domingo, 24 de junio de 2012

Al santo pedo

El secretario de Presidencia Alberto Breccia dijo a la prensa que fumó marihuana y que tuvo una “experiencia satisfactoria”. “(Sentí) paz, tranquilidad y alegría, expresó, pero añadió que no tuvo interés en repetir la experiencia. Infelices declaraciones de un mandatario que además afirma: Para conocer sobre un determinado tema hay que experimentarlo. No todos, pero hay temas que sí”.

No comparto ninguna de las afirmaciones. Para conocer sobre un tema por sobre todas las cosas es muy recomendable, además de fumarse un faso (parafraseando al secretario de la Presidencia), interiorizarse del tema y saber un poquito de lo que ocasiona el consumo de la marihuana; fumar porros se está banalizando en el país, sobre todo entre los jóvenes, debido a la falta de percepción que se tiene del riesgo que esto ocasiona.

Desde la comunidad médica, en concreto desde la Psiquiatría, llevan tiempo advirtiendo de los riesgos que esta práctica conlleva:

“El cannabis actúa en el Sistema Nervioso Central interfiriendo con los sistemas de comunicación neuronales. El efecto de esta droga es especialmente importante en los cerebros inmaduros, lo que incrementa el riesgo de desarrollar psicosis”, explica la doctora Ana González-Pinto, presidenta de la SVNP.

Las psicosis son un grupo amplio de enfermedades que se caracterizan por la presencia de ideas delirantes y alucinaciones, y que se acompaña de importantes dificultades para la vida diaria. Se trata de una patología que tiene una prevalencia de entre un 2% y 4% entre la población.

No es un dato para que pase desapercibido. «El consumo de cannabis multiplica el riesgo de padecer la enfermedad de esquizofrenia. El consumo de esta droga explica el 50% de los casos». Benedicto Crespo, profesor titular de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cantabria y director del Programa Asistencial de Fases Iniciales de Psicosis (Pagip), lamenta la permisividad con que las autoridades, especialmente las sanitarias, dejan vía libre al consumo ‘terapéutico’ del cannabis.

Queremos que los jóvenes se integren a la sociedad y los incursionamos en la droga, suena -por decirlo de alguna forma delicada- contradictorio, molesta mucho esta medida simplista sin haber hecho antes otras cosas: actuar sobre los colectivos de la sociedad, en las plazas de deportes, el baby-fútbol, el mini básquet, el ciclismo, etc…

Deben de haber políticas de estado que hagan que esos chicos se integren a esos clubes barriales, como jueces, técnicos, líderes para las actividades del club o del barrio, etc., mil tareas que hoy ejecutan los padres con tiempo; sumado a que podemos integrar a la tercera edad, a los abuelos, los tíos, los amigos, los vecinos, para que se sientan útiles en esos clubes que solo abren sus puertas al público de 18:00 a 21:00 de lunes a viernes los días de práctica o los días de competencia.

Aprovechemos esas instalaciones para que se integre el barrio alrededor de una pelota, no es necesario inventar que se junte la gente, ella hace años que lo hace, actuemos sobre esas masas, con educadores, sociólogos, psicólogos, médicos, deportólogos, nutricionistas, etc., para brindarles a los actores locales herramientas para ejecutar mejor la tarea.

Estos profesionales también pueden actuar sobre los mayores que están alrededor de estos niños, educando en hábitos saludables, actividad física, bajando línea directa de los objetivos planeados, este es sólo un ejemplo de lo que no se ha hecho, basado en el fútbol, pero que puede ser transpolado al ciclismo, el básquet, el vóley, el patín, el boxeo, etc., un ministerio de Deporte que se dedique a su gente los 365 días del año y en todo el territorio.

Un Ministerio de Actividad Física, preocupado por la salud mental y corporal de su gente y no un ministerio que sólo hace actividad física 90 días al año en verano, de Av. Italia a la costa, que cree que saliendo a correr por la rambla y juntando mucha gente tras la promoción de alguna agua bendita, está su tarea cumplida; un ministerio que reflote las viejas Plazas de Deportes para que se llenen de jóvenes de día y no de noche a pegarse un porro o a alcoholizarse hasta que salga el sol.

Pero lo que más me molesta de las declaraciones de Alberto Breccia es que dice lo mismo que dicen los jóvenes cuando uno les consulta, ¿Por qué te fumas un porro?

Los jóvenes dicen: “me siento bien, me alejo de los problemas, de la realidad, me siento alegre, me siento en paz”, las mismas afirmaciones del secretario de la Presidencia, la gran diferencia es que cuando termina el efecto de la marihuana, la realidad es muy distinta para unos y para otro, los jóvenes vuelven a su realidad de falta de oportunidades y el Sr. Alberto Breccia sólo fumó un porro por diversión, la realidad que lo espera es mucho mejor que las alucinaciones de la maruja.

¡Qué bueno sería abrir menos la boca y trabajar más!

1 comentario:

jorge garcía ramón dijo...

Copio y pego (reducido) el comentario que dejé en un FB:

La presentación de las medidas no pudo ser más desprolija. Ni son “medidas”, apenas borradores de ideas largadas al boleo. No podía ocurrir otra cosa que lo que ocurrió: libre interpretación y discusión de lo que NO se dijo.

El problema con la marihuana, el alcohol, la droga, el juego, la prostitución y cualquier cosa que tenga clientes es la prohibición. Detrás viene el comercio ilegal, y detrás la creación de un poder paralelo que, corrupción y crimen mediante, impone su propia ley.

En 1829 el gobierno chino prohibió la producción y consumo de opio que regenteaban los ingleses, y desató las dos Guerras del Opio con Gran Bretaña y Francia. Derrotada, China debió indemnizar por los gastos de guerra y por la droga quemada y aceptar el comercio inglés de opio, perdió Shanghaii... La Dinastía Qing cayó en 1911. ¡Pavada de intereses detrás de la droga!

La Ley Seca que aprobó EEUU en 1919 (como ahora con la marihuana en Uruguay) no prohibía el consumo de alcohol pero sí su manufactura, venta y transporte. Se abrió el mercado negro de alcohol, producido, transportado e incluso importado por la mafia. De allí surgió el poder pandillero, uno de cuyos jefes fue Al Capone.

El crimen organizado se multiplicó y florecieron los bares clandestinos (10.000 controlados por Capone).

EEUU gastó enormes sumas intentando hacer cumplir la Ley Seca (así como la prohibición del juego, también negocio de la mafia); las cárceles se llenaron, pero el delito se multiplicó. Tras la crisis del 29, la opinión pública dio un giro y el Partido Demócrata prometió derogar la Ley Seca. El 80 por ciento de la población lo apoyó y, en 1932, el presidente Franklin Roosevelt la derogó. Entonces, la mafia se dedicó a las drogas.

De allá viene la relación de los Kennedy con la mafia. Joe, padre del futuro presidente, importaba de Inglaterra whisky y ginebra que distribuían los mafiosos Frank Costello y Al Capone. Mucho después el padrino de Chicago, Sam Giancana, financió la campaña de JFK en Illinois. Judith Campbell, amante de Giancana, admitió haber entregado documentos y dinero a JFK. Años después del asesinato de éste, la desclasificación de los archivos enviados por Giancana demostró la participación de la mafia en la invasión a Cuba y en los asesinatos de los presidentes del Congo y de República Dominicana. ¡Pavada de poder!

La mafia había apoyado a JFK porque su padre, Joe, prometió que derrocaría al gobierno de Cuba y las licencias de los casinos volverían a ser de la Cosa Nostra. Pero fracasaron la invasión de Bahía de Cochinos y los intentos de asesinato contra Fidel Castro, y la mafia perdió el dinero invertido. Para peor el hermano de JFK, Robert, lanzó un ataque contra la Cosa Nostra. Hay conversaciones grabadas entre mafiosos planeando su asesinato. Oswald, asesino de JFK, fue asesinado por Rubstein. Y hay fotos de Rubstein con miembros de Cosa Nostra en Cuba. Robert Kennedy también asesinado en 1968. ¡Pavada de poder paralelo!

Para cerrar el círculo, Giancana, el financista de la campaña de JFK, también tenía relaciones con la CIA, y muchos de los asesinatos de dirigentes de izquierda producidos en aquellos años fueron encargos de la CIA ejecutadas por la mafia. Después, Carlos Marcello y Giancana, por mediación de la CIA, establecieron bases en el sudeste asiático para importar… opio.

Sería excesivo decir que Roosevelt fomentó el alcoholismo, o que Batlle y Ordóñez fomentó la prostitución o del juego. Tampoco los partidarios de legalizar la droga fomentan su consumo. Los que tendrían un serio problema si se legaliza serán los narcos, como ocurrió siempre con quienes se benefician con las prohibiciones. Creo que lo que Breccia quiso decir fue que la marihuana no produce los efectos violentos de la pasta base, que es el otro aspecto del consumo: la violencia. Que le salió muy desprolijo, de acuerdo. Pero nadie quiere fomentar la droga.

Abrazo.