martes, 27 de mayo de 2014

Todo tiene impacto ambiental

Leda Sánchez, directora del Instituto de Ciencias Geológicas, Facultad de Ciencias, Universidad de la República (Foto: Ariel Colmegna, El País Digital)
La doctora Leda Sánchez Bettucci es geóloga, geofísica, profesora agregada y directora del Instituto de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias. Es además, una las pocas sismógrafas uruguayas. En una charla con Qué Pasa, dijo que la academia nunca fue convocada para debatir ni la ley de minería ni la llegada de megaemprendimientos mineros y que los argumentos en contra de esa clase de inversiones no están viendo todo el panorama.
—La academia —me refiero a la Universidad de la República— no fue convocada desde ningún, digamos, “bando” en el debate sobre la megaminería.
—Dentro de la Facultad de Ciencias, nosotros conformamos un instituto, el instituto de Ciencias Geológicas constituido por dos departamentos (el de Geología y el de Evolución de Cuencas) ambos con geólogos y paleontólogos. Pero a nosotros como academia, nunca nos han llamado para los debates o para que demos nuestra posición. Y da bronca que no nos consulten cuando se dicen pelotudeces mayúsculas. Yo lo entiendo porque estamos entrando en una época de oscurantismo peor que en la Edad Media. Hay gente que dice barbaridades que terminan volviéndose grandes verdades. Y muchas no son ciertas.
—Y usted como académica y desde el lugar que ocupa, ¿cuál es su opinión sobre la minería en Uruguay?
—El subsuelo es del Estado y la obligación de controlar cualquier emprendimiento es del Estado. A mi no me da miedo el tema de los grandes emprendimientos mineros porque la Dirección Nacional de Minería y Geología los controla mucho más. Lo que sí me preocupa son los pequeños emprendimientos mineros que son muchos y mucho más peligrosos a nivel del impacto ambiental que lo que es un emprendimiento minero mayor. Es más, las exigencias medioambientales que se impone a un proyecto como Aratirí son más altas que las que requiere el Estado uruguayo.
—Me decía que están pensando presentar una declaración sobre la ausencia de la academia del debate. ¿Cómo sería?
—Estamos pensando que sería loable dar nuestra opinión sobre la minería en general porque no nos llaman ni para consultarnos ni como técnicos. Para la ley de minería no vinieron a la academia para consultarnos. Presentar lo que pensamos como colectivo y aunque hay opiniones encontradas, dejar claro cuál es la posición.
—La queja es que la minería contamina…
—¡Todo lo que hacemos contamina! Nadie parece comerse la cabeza con la mugre que hay en Montevideo ni qué hacemos con el aceite que cambiamos de nuestro auto. Aratirí no contamina más de lo que contaminamos nosotros. Y todo está hecho de materiales que surgen de la minería. Todo lo que usamos.
—Usted dice que se han dicho disparates y me queda claro que, para usted, ese es uno. ¿Cuáles serían los otros?
—Los emprendimientos mega son mega y dejan una cantera enorme, y sí, estos son grandes emprendimientos mineros. Pero pensemos en todo lo que puede llegar a mejorarle al país. Y está en nuestra creatividad proponer qué es lo que se hace, en ese lugar en etapa de remediación. Hay trillones de cosas que se pueden hacer. No sé, aprovecharlo turísticamente. Y después empiezan con eso de que todo es a 20 años pero ¿en qué país viven? ¿Cuál es el problema?
—Perdón, ¿pero es mucho o es poco?
—La gente dice que es muy poco, entonces todo va a ser una porquería. No se puede decir “no voy hacer algo porque es de acá a 20 años”. Para un país, donde eso puede llevar a un mayor conocimiento con el que se realicen mejores explotaciones mineras o se verá si se puede cambiar esta explotación minera por una explotación turística, de parques. Hay tanto que se puede hacer. No seamos obtusos.
—Entonces, ¿por qué quedó afuera la academia del debate?
—Hace tiempo que ya no escucho. Estoy saturada de escuchar tanta pavada. El día que nos necesiten ahí estaremos.
—Pero el debate está polarizado y los que están en contra de la minería la verían como una sacrílega, que, por ejemplo, afecta malamente a los pueblos.
—Los que dicen eso ¿vivieron alguna vez en Cerro Chato? Yo fui hace años, y era lo más deprimente. Era la muerte en camiseta, una angustia. ¿De qué hablamos? Fui hace poco y había otro movimiento. ¡Había jóvenes!
—¿El impacto ambiental, insisto, no sería tanto?
—Todo tiene un impacto ambiental. Tanta gente que se moviliza por la minería por qué no exige regular la circulación de vehículos en Montevideo. O que se haga un control de emisiones de gases en la ciudad. Y eso se arregla fácil.
—Pero en las minas hay explosiones, hay movimientos de tierra…
—Eso no genera nada.
—¿El Estado está capacitado para controlar el trabajo de las mineras?
—Eso me preocupa. La Dinamige debería contar con más gente con formación adecuada para realizar las inspecciones que correspondan. Si vamos a apuntar a ese tipo de cosas y por todo lo que ya existe, ¿cuánta gente tiene para eso? Nos hacemos trampas al solitario.
—Y si se pudiera controlar más, ¿se encontrarían más problemas?
—Sí. En las minas chicas, seguro. En las grandes es imposible. El problema con Aratirí es que se politizó demasiado porque hubo otros emprendimientos y no se discutió nada.

1 comentario:

Cronywell dijo...

Debería dejar bien aclarado que habla por ella no por la academia. Porque en una parte de la charla argumenta que la academia no fue convocada. Cómo dejando entrever que su opinión es la de la academia y nada que ver. Este tipo de entrevistas dan la opinión de alguien tratando de hacerla valer como opinión científica, solo es solo una opinión personal.