Más vale tarde que nunca; amanece y por suerte el brillo del sol sigue reconfortándonos, alimentando las hermosas ganas de vivir. Piedras en el camino, chicas y grandes, se encuentran por donde quiera uno mirar. Pero el sol siempre sale, cosa maravillosa que tiene la naturaleza.
Trato de comprender la locura de este mundo mediático: cortes unipersonales que intentan alejarnos de un destino seguro y productivo, que seguramente está mucho más cerca que antes. Pero por supuesto avanzamos y avanzamos, con un andar cansino, pero seguro y claro, como lo marca la historia de nuestra gente.
¿Por qué se llegó a tanta irracionalidad, por qué todos esos esfuerzos y esa energía no fueron aportados para que la gente crezca en valores y progresar en un camino mucho más simple, sin mentiras, sin apetitos personales, sin marcar el poder por la fuerza dejando de lado el intelecto? Aportaría muchísimo más a colaborar con estas sociedades maltrechas, cansadas de disputas sin sentido.
El frío invierno no puede encontrarnos otra vez aislados, no podemos seguir con idiomas diferentes cuando nos junta un común denominador: la esperanza y la pobreza que hoy tenemos por estas regiones; dejemos de profundizar en diferencias inexistentes, colaboremos juntos para lograr objetivos comunes.
El tiempo, que es buen consejero, sabrá demostrarnos que la paciencia hace que los objetivos se logren. No dejemos que conduzcan quienes con el puño crispado y sin razón marcan caminos erróneos, no dejemos que nos maten la ilusión de poder ser pueblos respetados y orgullosos que logran horizontes firmes para nuestra gente.
Los locos, -grupo en el cual me encuentro-, no sabemos otra forma de ver las cosas, racionalmente creemos que es mucho más digno, límpido y hermoso lograr alejarnos de este montón de cuerdos que sólo nos prometen más de lo mismo: la postergación de las ilusiones.
Tengo paciencia, mucha paciencia para lograr objetivos, aprendí de este pueblo que ha esperado tanto para lograr tan poco y sigue en ese peregrinar con la mismas ganas y fuerzas, reafirmando que es el camino correcto, aportando mojones para que quienes venimos detrás no equivoquemos el camino. Seamos grandes para no defraudar a quienes por tanto tiempo pensaron en una gran utopía.
Me cuesta pensar que no exista en el rincón de cada uno de nosotros la idea de ser partícipes de una gran locura, lograr de una buena vez construir una sociedad más justa donde cada uno pueda verse a los ojos y se diferencie sólo por su pensar, sin agresión, logrando que aquel que no comparte nuestro razonamiento sea respetado.
Utopía: espero no me abandone nunca. Es quien alimenta cada uno de mis pasos, es quien hace que logre poder comprender cada una de las cosas que se me cruzan en la vida. Canalicemos esto positivamente para lograr que esta nunca muera, evitemos que los falsos mesías nos quiten las ganas de luchar.
De lo contrario; terminaremos en un mar de sombras, sin poder apreciar la brisa suave del viento o el frío terrible de la incomprensión, debemos lograr entender cada una de estas sensaciones para poder seguir alimentando la bella esperanza de ser uno mismo. Es el mejor aporte que tenemos para quienes nos rodean y para lograr el objetivo.
Trato de comprender la locura de este mundo mediático: cortes unipersonales que intentan alejarnos de un destino seguro y productivo, que seguramente está mucho más cerca que antes. Pero por supuesto avanzamos y avanzamos, con un andar cansino, pero seguro y claro, como lo marca la historia de nuestra gente.
¿Por qué se llegó a tanta irracionalidad, por qué todos esos esfuerzos y esa energía no fueron aportados para que la gente crezca en valores y progresar en un camino mucho más simple, sin mentiras, sin apetitos personales, sin marcar el poder por la fuerza dejando de lado el intelecto? Aportaría muchísimo más a colaborar con estas sociedades maltrechas, cansadas de disputas sin sentido.
El frío invierno no puede encontrarnos otra vez aislados, no podemos seguir con idiomas diferentes cuando nos junta un común denominador: la esperanza y la pobreza que hoy tenemos por estas regiones; dejemos de profundizar en diferencias inexistentes, colaboremos juntos para lograr objetivos comunes.
El tiempo, que es buen consejero, sabrá demostrarnos que la paciencia hace que los objetivos se logren. No dejemos que conduzcan quienes con el puño crispado y sin razón marcan caminos erróneos, no dejemos que nos maten la ilusión de poder ser pueblos respetados y orgullosos que logran horizontes firmes para nuestra gente.
Los locos, -grupo en el cual me encuentro-, no sabemos otra forma de ver las cosas, racionalmente creemos que es mucho más digno, límpido y hermoso lograr alejarnos de este montón de cuerdos que sólo nos prometen más de lo mismo: la postergación de las ilusiones.
Tengo paciencia, mucha paciencia para lograr objetivos, aprendí de este pueblo que ha esperado tanto para lograr tan poco y sigue en ese peregrinar con la mismas ganas y fuerzas, reafirmando que es el camino correcto, aportando mojones para que quienes venimos detrás no equivoquemos el camino. Seamos grandes para no defraudar a quienes por tanto tiempo pensaron en una gran utopía.
Me cuesta pensar que no exista en el rincón de cada uno de nosotros la idea de ser partícipes de una gran locura, lograr de una buena vez construir una sociedad más justa donde cada uno pueda verse a los ojos y se diferencie sólo por su pensar, sin agresión, logrando que aquel que no comparte nuestro razonamiento sea respetado.
Utopía: espero no me abandone nunca. Es quien alimenta cada uno de mis pasos, es quien hace que logre poder comprender cada una de las cosas que se me cruzan en la vida. Canalicemos esto positivamente para lograr que esta nunca muera, evitemos que los falsos mesías nos quiten las ganas de luchar.
De lo contrario; terminaremos en un mar de sombras, sin poder apreciar la brisa suave del viento o el frío terrible de la incomprensión, debemos lograr entender cada una de estas sensaciones para poder seguir alimentando la bella esperanza de ser uno mismo. Es el mejor aporte que tenemos para quienes nos rodean y para lograr el objetivo.
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